Jamás se le ocurriría pensar que ahí mismo, donde ella esta parada, y sujeto de la misma manija que ahora ella acaricia con la punta de los dedos, ahí mismo un señor que leía un libro encontró la muerte súbita en ese mismo rincón.
Ella se agarra con fuerza, y ahora el impulso eléctrico es una puntada. Se suelta sin comprender qué ha sucedido. Sacude la mano. Mueve los dedos. Se apoya contra la puerta y sigue leyendo. A la próxima frenada vuelve a sujetarse y esta vez se le cierran los ojos y lo ve. Es un hombre joven, bien vestido, de aspecto saludable. Lo ve llevarse las manos al pecho, lo oye toser, temblar, desmoronarse.
Abre los ojos. No sabe cuanto tiempo pasó. Tendida en el andén, la gente parece más grande. Y el tren se aleja dejando una estela de peces y gaviotas.
Al final del túnel, la luz huele a rosas.
2 comentarios:
Ufff!
que bueno esto, emilse!
dos palabras:
Mara - villoso.
Gracias Gastón. Este blog está tan abandonado... Me alegra que te haya gustado el texto :)
Un beso
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