Anoche, en un espacio virtual, tuve un encuentro virtual, con un amigo virtual. Fue una experiencia muy agradable. Me dormí pensando en cómo los caminos, algunos largos, otros cortos, a veces bifurcados, confluyen en una encrucijada.
Hoy, en un espacio real e insólito, tuve un encuentro real e insólito, con alguien real cuya presencia resulto insólita. Fue una de las situaciones más bizarras que he vivido. Alguien tocó el timbre. Era para mi vecina. "No, equivocado", respondí. Un segundo después le tocaron el timbre a ella. Yo estaba despabilándome, escuchando música, y colgando links desde Youtube a FB. Desde la cocina de mi vecina, que está pegada a mi comedor, se oía una voz masculina y entusiasta que comentaba sus andanzas en noches de libertinaje. Mis castos oídos no quisieron escuchar, así que me puse los auriculares. Con la música a todo volumen ni siquiera podía oir el eterno maullido de Bastet. De repente veo que los gatos, que estaban tirados al lado de la ventana tomando fresco, salen corriendo con cara de asustados. (Sí, los gatos también gesticulan). Me saco los auriculares y escucho que mi vecina grita "dejá de tirar agua". Me asomo y miro para el piso de arriba, porque ya sé que cuando no tiran fósforos encendidos, dejan caer pedazos de comida, o nos pulverizan insecticida. El borde de la ventana estaba mojado y chorreaba agua jabonosa, como si hubieran volcado hacia afuera un balde o una palangana. Debería agradecerles la puntería, ya que el agua cayó sobre mi split y le dio un enjuague que le debía hace rato. Acá comienza una conversación de comedor a cocina y viceversa, yo asomada a la ventana y ellos hablando desde adentro:
ella: pará de tirar agua
yo: ¿qué pasó? me mojaron a los gatos
ella: están tirando agua
yo: ¿por qué no se dejan de joder?
él: está ahí hablando, qué caradura
ella: no, no es ella. son los de arriba. debe ser el marido
yo: hay que ser pelotudo para tirar agua por la ventana
él: ay querida, que boquita
yo: bueno, a mí que me importa. siempre tiran algo
ella: sí, a mí siempre me tiran comida
yo: y a mí insecticida. a mí y a mis gatos. hay que ser pelotudo
él: ¿con esa boquita decís te quiero?
yo: no, con esta boquita digo: te odio. yo no quiero a nadie.
ella: (se asoma por la ventana y saluda) hola
yo: (tratando de taparme) hola. estoy en camisón
Entonces se asoma él. Y acá está la confluencia.
yo: ¿qué hacés ahí?
él: yo la vengo a atender a ella. ¿y vos que hacés ahí?
yo: yo vivo acá.
él: (dirigiéndose a ella y haciendo referencia hacia mi persona) el otro día le corté el pelo
yo: (acomodándome el pelo que no me había peinado aún) viste, todavía se la banca. está bueno el corte.
él: pero qué casualidad
yo: pero qué casualidad
él: ¿de qué departamento son? yo te juro que voy y los trompeo
ella: están justo acá arriba
yo: mejor no vayas. es gente medio rara...
él: bueno, voy a seguir con ella
yo: y yo voy a secar el piso
Anoche me dormí pensando. Hoy de tanto pensar no voy a poder dormir. Sé que habrá más confluencias. Eso me asusta. Quién sabe con quién me encuentre la próxima vez. Como decíamos el otro día en la oficina: uno nunca sabe con quién se puede cruzar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario