martes, 3 de agosto de 2010

Hipótesis







Qué pasaría si de pronto tuvieras la sensación de haber vivido otra vida. En tu mente se dibujarían imágenes desconocidas, con las que poco a poco te irías familiarizando. Entonces reconocerías un olor: el olor del pasto recién cortado. Y un color: el verde del bosque. Y el sonido de animales salvajes. Sin embargo no tendrías miedo. Te sentirías a salvo. De pronto te transportás a otra época y a otro lugar. Estás en los bosques de Schönbrunn, y cabalgás por senderos frescos con perfume a pino. Y las ardillas se te prenden de las botas, y trepan por tu ropa. Y vos las acariciás, y de tu mano sacás un puñado de avellanas y se las ofrecés. Te gusta verlas comer. Te divierte. Te da ternura. Quisieras llevarte a todas las ardillas pero no podés. Porque pertenecen al bosque, así como vos pertenecés al cemento, a las sedas, y a los vinos.
Regresás a tu recámara. Esta noche habrá un baile en el gran salón, y un concierto en los jardines. Te vestirás con tu mejor ropa, y usarás la peluca nueva. Te empolvarán la cara, te pintarán los labios de rojo, y tal vez te dibujen un lunar. Y aunque les recuerdes que no están en Versailles te pondrán un sombrero tan grande que parecerás una lámpara de pie. Tal vez esta misma noche se decida tu futuro. Vendrán reyes de tierras lejanas, gente poderosa interesada en hacer alianzas. Tu familia te venderá al mejor postor. Y estarás más triste que nunca. Y no podrás hacer nada para evitar tu destino. Ellos decidirán por vos.
Un trotar de cascos se apaga en las caballerizas. Las carrozas estallan y en el patio se dispersan esquirlas de joyas, terciopelos, y cotilleos. Los músicos ya están afinando. Desde tu ventana ves la glorieta donde jugabas a cazar mariposas, la fuente de los nenúfares, la Menagerié. Atrás quedaron tu infancia, y tu pony, y tus días felices. Ni el perfume de Francia te haría sentir bien. El murmullo de la gente en la sala te haría cosquillas en el estómago. La puerta se abriría. Te deslizarías por la alfombra como por una cuerda floja. Las miradas te vulnerarían. Te llevarías las manos a la cara para ocultar el rubor de tus mejillas. El tiempo habría pasado demasiado rápido.




3 comentarios:

Nelais dijo...

Es tentadora esa época, pero más la libertad.

Qué nervios pobre piba

Beso

Szarlotka dijo...

Maria Antonieta se tomaba sus libertades, pero así terminó...

De todas maneras me habría encantado vivir en un palacio, y conocer a Mozart, y...

Gracias Nela, un beso

Flor de Ceibo dijo...

Sí, Sí.En ésa época nada de enamorarte, mujer:a casarte con el que aporte más dote.
(Igual a travéz de toda la historia,hay muchas que se casan sin que nadie las obligue. ¿ Qué me contás de las botineras?
besos