viernes, 7 de mayo de 2010

Vulnerable



Tras las rejas entramadas del ascensor antiguo, se sintió a salvo. Bajó en puntas de pie y caminó en dirección a su departamento, al fondo del pasillo. La puerta de calle se cerró con un estruendo. Todavía estaba alterada, y el ruido la sacudió. El llavero resbaló de entre sus dedos húmedos. El viento agitaba una banderola. Su música metálica vibraba en el silencio de la madrugada. Se agachó para recoger el llavero. Desde arriba, alguien llamó al ascensor. El mecanismo retumbó como un tiro de escopeta y reverberó a lo largo del pasillo. El ascensor desapareció, llevándose las tulipas de alabastro con su luz mortecina. Bajo el tenue resplandor, sombras fantasmagóricas se deslizaron por las paredes de piedra París, hasta que todo fue oscuridad. Unos pasos treparon por la escalera de mármol de Carrara. Ella se arrojó contra la pared y tanteó en la penumbra hasta encontrar la llave de luz. Del otro lado de la puerta su perro ladraba y rascaba con las pezuñas. Imaginó la sonrisa canina, la cola agitándose, y los ojos de la mirada más dulce. Los pasos se internaron en el pasillo. Ella corrió. No le importó taconear. Con la mano temblorosa, insertó la llave en la cerradura. Miró hacia atrás. Una silueta amorfa avanzaba por el piso de ajedrez, con un andar pesado y sincopado. Una gota de sudor le recorrió la espalda con un ritmo desparejo, deteniéndose en cada intersticio, remontando su viaje en cada vértebra. Aturdida, intentó girar la llave, pero su mano de hielo permaneció estática. Nunca antes se había sentido tan vulnerable.

7 comentarios:

Sebastián Zaiper Barrasa dijo...

Qué buen clima.
Genial el manejo del suspenso.
Descripción impecable.

Bravo!

Szarlotka dijo...

Maestro, muchas gracias por el comentario. Como diría Jorge, me parece un elogio desmedido : )

Este texto surgió de aquél ejercicio donde teníamos que contar en no menos de media carilla una acción mínima. Por mis limitaciones, no pude lograrlo. Pero la vez pasada, releyendo el borrador, pensé que había frases que podían salvarse, y salió esto.

azabachemcm dijo...

Como dijo el profe, genial el manejo del suspenso. Leyéndolo me sentí en el pasillo con esa terrible sensación que sentí más de una vez

Ana GyS dijo...

Nena, que cagazo... ahora cada vez que me baje del ascensor y la luz esté apagada me voy a acordar de esto...

Me haces asustar e impresionar tanto como me haces reír.

Szarlotka dijo...

Carmen, me alegra que te haya provocado esa terrible sensación (re sádica la piba).

Ana, creo que sos una cagona. La vez pasada dijiste que a partir de mi cuento te daría miedo bajar del colectivo. Ahora te va a dar miedo bajar del ascensor. La próxima voy a escribir uno sobre una línea aérea que cuantas más millas sumás, más caro te vende el pasaje, a ver si ese te da miedo : )

Beso a las dos

Diana H. dijo...

Un pasillo trivial puede ser una infinita boca de lobo cuando el ánimo asi lo dispone. Lo has retratado con precisión.
Un beso.

Szarlotka dijo...

Luzdeana, nuestros propios fantasmas nos persiguen a donde vamos. Es como vos decís: un pasillo puede ser una alameda con pájaros y flores, o la boca del lobo.

Un beso