martes, 16 de marzo de 2010

Efecto Lost







Se paró frente a un médano y pensó que viviría tanto tiempo como el que le tomaría al médano colarse a través de un reloj de arena. Cuanto más grande fuera el médano, más larga sería su vida. No. No importaba la cantidad de arena sino el diámetro del agujero por donde pasaría. Si el orificio se taponaba, la arena quedaría atorada y el tiempo se detendría. Creyó descubrir la fórmula de la eternidad. Si de un lado del reloj estaba el pasado y del otro el futuro, entonces el tiempo quedaría detenido en el presente. No había nada más efímero que el presente. Sus conclusiones no tenían sentido. Era tiempo de accionar, pero no pudo dejar de pensar. Y se enredó entre las varillas de sol que acribillaban la playa. Y una luz blanca y potente lo obligó a cerrar los ojos. Y quedó ciego y mudo y paralizado, por un instante que le pareció eterno. Pensó en el grumo de arena atorado en el reloj, y mientras pensaba recuperó los sentidos y abrió los ojos y vio que el médano había desaparecido.


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