martes, 16 de febrero de 2010

Carta a una chica Ziegfeld



Querida Marta:


Cuando recibas ésta, seguro tu cumpleaños ya pasó. Siempre me acuerdo tarde, y las cartas tardan; y eso que siempre les pongo Vía Aérea. ¿Y vos, qué pasa que hace tanto que no escribís? Estamos preocupados. Mamá llamó a la pensión el otro día, pero no atendía nadie. El Beto dice que seguro que te andás revolcando por ahí con algún vago. Vos viste como es el Beto. El Nico vuelta a vuelta me pregunta por el sobre con nieve que le vas a mandar. Yo le digo que allá es verano, pero éste nunca entiende nada. Parece que va a repetir otra vez.
¿Cómo te va con el baile? ¿Estás trabajando de corista? Acá no pasa nada. Mejor que te fuiste. Yo ahora me cambiaron el horario en el hospital, y al Nico me lo lleva a la escuela la madre de la Estelita. Al Beto le chocaron el auto y se lo va a arreglar
Magoya. Yo le decía, andá despacio Beto… andá despacio... Pero se pensaba que nunca iba a pasarle nada. Por suerte siempre le sale alguna changuita por acá por el barrio, así que algún peso siempre trae. Cuando le toca ir lejos le pide el auto a Don Arturo, pero tiene que pagarle la nasta y es un presupuesto.
No sabés lo que pasó. El otro día al Pichuco lo atropelló un auto. ¡Imaginate mamá! Era una lágrima viva. Por suerte se rompió una pata nomás. Encima, después de eso, el gato se metió en el jaulón. Se conoce que saltó desde la pérgola, pero andá a saber cómo hizo para abrir la puerta. Decí que mamá lo pescó justo, si no, otra desgracia más. Yo digo que fue una desgracia con suerte, porque se escaparon los loros. Al fin se va a poder dormir la siesta en esta casa. Mamá me contó que los corría por la terraza, pero se le fueron. Pobre, no gana para disgustos. No sabés cómo los extraña. Para ella eran una compañía. Dice que les hablaba y que los loros le contestaban.
El Beto la tiene con que la jaula la abrieron el Nico y el hijo de la Filomena. Están en la edad del pavo esos dos. ¿Sabés por qué se les dio ahora? Se van a la terraza y se asoman y le ladran a la gente que pasa por la calle. Y ellos son tan tarúpidos que se creen que la gente no se da cuenta. No sé qué voy a hacer con este hijo. Y hablando de la Filomena, el otro día le entró una centella por la ventana y casi le da la escomúnica. Decí que yo estaba en casa, así que me crucé y le di una cucharada de aceite de ricino. Parece que después no la podían sacar del baño a la pobre.

Me da una pena mamá, está tan sola... Yo quisiera estar más con ella, pero con lo mal que le está yendo al Beto, del hospital me voy del abogado a hacerle unas cataplasmas al hijo, y después voy de una maestra que me llama para que le de unas inyecciones. Así que mamá está todo el día sola, y su ilusión es recibir tus cartas. Siempre dice que le gustaría saber cómo es allá. La vez pasada fuimos a ver Kin Kon, y se creyó que era de verdad. Pensó que vos est
abas en ese edificio. ¡Quería llamarte a la pensión!
Ya ves cómo anda la pobre. Y vos tan lejos... A ver si un día de estos le escribís y le mandás esas dichosas fotos, que no sabés como me tiene la cucuza.
Le anda contando a todo el mundo que sos una artista famosa, y cuando le dicen que te quieren ver me pide las fotos a mí.
Bueno Martita, por ahora me despido. Seguiría escribiendo pero me tengo que ir a hacer la comida. Quedate tranquila que acá estamos todos bien. Te deseamos un feliz cumpleaños y te mandamos un beso grande, mamá, el Nico, el Beto, y yo.



2 comentarios:

Flor de Ceibo dijo...

Me gustó.Muy bien pintado el mundo sacrificado de una familia barrial. Igual...creo que es posible que sean más felices que Marta.Eso de que "se fue a hacer la América del Norte"...

Szarlotka dijo...

Gracias Irene por pasar

Siempre me dejás algun comentario cariñoso

Te mando un beso