domingo, 13 de septiembre de 2009

Del Jardin des Plantes al Sena






El Jardin des Plantes. Un mamut. El sol que encandila. Flores. Quietud. Gorriones. Senderos con flancos de petunias. Brisa perfumada. Cedros. Olmos. Una alameda de plátanos. Dos turistas. Nogales rodeados de alegrías del hogar. Alfombras de pétalos. Perfume a lavanda. Ligustrinas. Graznidos. Cuervos. Perfume a lirios. Perfume a rosas. Zumbidos. Abejas. Una montañita con un sendero empinado. Subir. Transpirar. Secarse la frente. Una glorieta. Perfume a heliotropo. Un mirador. Libélulas. Voces. Teléfonos. Orquídeas. Frescias. Castaños. Sombra. Humedad. Perfume a tierra. La bajada resbaladiza. Raíces. Troncos. Ramas. Follaje. Crujir de hojarasca. La salida. El sol. Una cuadra a la izquierda. Casas. Negocios de barrio. Cruzar la calle. El calor del asfalto. Doblar a la derecha. Un café. De nuevo a la derecha. A mitad de cuadra un oasis. La mezquita. El patio andaluz. Sombra. Una fuente. Gotas de agua que caen. Sed. Perfume de azares. Doblar a la izquierda. Dos cuadras más. La Rue Monge. Bocinas. La plaza. La feria. El metro. Meo. Olor a metro. Teléfonos. Otro café. Seguir avanzando hasta las Arenas de Lutecia. Quema el sol. Voces. Gente que ensaya una obra de teatro. Calor. Sed. Retroceder hasta esa callecita, y pasar por el correo, y por esa librería que vende artículos de Le Petit Prince: El Principito. Comprar un monedero, una lapicera, un velador. Y seguir. Siempre derecho, hasta la Rue Mouffetard. Tango, el restaurant argentino. El mejor bife con papas fritas. La mejor música. Los adoquines. La gente. El calor. Los hoteles. Los turistas. Las voces. Los negocios de curiosidades. El olor a comida. Griega. India. Italiana. Así, siempre derecho hasta la Place de la Contrescarpe. Más adoquines. Más flores. Más cafés. Más voces. Más sol. Doblar a la izquierda. A la derecha la iglesia St Etienne du Mont. La noche. Las velas. La luz oscilante. El olor a parafina. El aire helado. La calle. Los teléfonos. Un contingente de japoneses. Fotos. Voces. Risas. Esa vereda que casi es plaza. Al frente el fondo del Pantheon. Cruzar. El calor. La sed. Los labios resecos. Subir las escalinatas, y entrar. El olor a flores muertas. Dejarse hipnotizar por el péndulo de Foucault. Voltaire. Rousseau. Mme. Curie. Los japoneses. El murmullo. El eco. Las fotos. Volver a la calle. Al ruido de la calle. Al ruido de los autos. Volver a la gente. Volver a los teléfonos. Volver al sol. Descubrir al fondo la arboleda del Jardín de Luxemburgo. El tránsito del Boulevard St Michel. Las bocinas. Las risas. Las voces. Morirse de ganas de entrar al Luxemburgo. La piel caliente. La sed.

Franquear la reja. El sendero verde. El fauno. Las flores de azúcar, rojas y rosadas. El Senado. Lysianthus. Clivias. Strelitzias. La terraza. Los pájaros. El calor. Las reinas. Los jarrones con geranios. El perfume a pasto recién cortado. Los japoneses. El murmullo. Las fotos. Bajar al jardín ornamental. A la fuente. Volver a la sed. Roderase de niños. De botes a control remoto. Del ruido de los niños con sus botes a control remoto. Los estudiantes. Los libros. Las risas. El humo. El olor a tabaco. Los cochecitos de bebé. El ruido de las ruedas. Risas de bebés. El sol. La sombra. Los teléfonos. Acurrucarse en ese jardín secreto que es la fuente de Maria de Medici. El agua. Los gorriones en el agua. La sed. Ser feliz a pesar de la gente. A pesar de los teléfonos. A pesar del calor. Volver a la calle. A la Rue de Vaugirard. Al café con Internet. A la Brioche Doreé, igualita a la de Buenos Aires. Sentir un vacío en el estómago. Y seguir. Buscar la humedad del río. Retomar el Boulevard St Michel, por la vereda de la Sorbona. Más estudiantes. Más risas. Más gritos. Más bocinas. Chocar con el Boulevard St Germain. Chocar con el murmullo de los japoneses. Chocar con el metro y con su olor. El museo Cluny. La Edad Media. Las ruinas romanas. El frigidarium. El olor a humedad. Las bocinas. El calor. Los teléfonos. La sed. Las librerías. Más gente. Más voces. Más teléfonos. Más sol. La risa de los jóvenes en la fuente de San Miguel Arcángel. El humo de cigarrillo. El agua. La sed. El olor del Sena. Doblar a la derecha. La multitud. St Severin. Las gárgolas. Los vitrales flamígeros. St Julien le Pauvre. La casa con entramado. Esquivar gente. El olor a libro. Los libros. Shakespeare and Company. Las cocinas de la Rue de la Huchette. La comida. Los empujones. Las risas. Las voces. El hambre. Gente que come. Gente que toma café. El café. La comida. El humo. Los teléfonos. La aguja de Notre Dame. Los arbotantes. La roseta que a cada paso se hace más grande. La magia. Los fantasmas. Las campanas. El sol. La sed. El calor. El puente. El Sena. El vértigo. El viento en la cara. El pelo en los ojos. El silencio. El agua turbia. La corriente. Las burbujas.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

Paris en otoño una epoca ideal para visitarla...espero que a tu regreso vuelvas con material de nuevas sensaciones...Martin.-

Szarlotka dijo...

Así es. Marina me quiere llevar al Parque de St Cloud. Creo que estuve una vez en noviembre.
Fue increíble escribir este texto. Me empecé a acordar de todos los detalles, ya ahora me muero por estar ahí...

Ana GyS dijo...

Todo esto para decir que estuviste en Paris :P