martes, 15 de septiembre de 2009

Caníbal rompe cadenas perpetuas y encuentra el eslabón perdido









¿Existe peor condena que vivir atrapado en el propio delirio?
Rotemburgo, un lugar tan perfecto que logró escapar a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Rotemburgo, perla medieval, amurallada y nívea. Ciudad de callejuelas adoquinadas y casitas de colores. Rotemburgo, remanso para el turista, geriátrico natural, morada de hadas. Tan cerca de Nuremberg y tan lejos del horror. Alguien debía romper con el hastío y cambiar la reputación de la ciudad. Nadie está preparado para vivir en un lugar tan armónico sin enloquecer. El cosmos se creó del caos. ¿Es un crimen generar nuestro propio caos, para construir nuestro propio cosmos?
El canibalismo es un acto repudiado por la sociedad, pero no existe jurisprudencia al respecto. La Ley condena al criminal porque lo considera peligroso, pero no condena al crimen en sí mismo. No se juzga la acción caníbal, sino el homicidio. Pero no hubo homicidio, porque quien se considera víctima dio su consentimiento para sufrir y ser sacrificado. El “voluntario” provenía de una ciudad desmembrada repartida entre alemanes, americanos y soviéticos. No debería sorprender que haya elegido morir seccionado. Consiguió lo que quería y salió impune, mientras que el sobreviviente de la tragedia resultó condenado.



1 comentario:

**VaNe** dijo...

Creo que todos elegimos, hasta eso que no se elige...
Y además, me encantó el ritmo.
Beso!