domingo, 19 de julio de 2009

El conejo de madera





Cuando Carla llamó a Yanina para saludarla por el cumpleaños, no se imaginaba que algo terrible estaba por suceder. Yanina había recibido muchos mensajes, su novio la había despertado con un ramo de rosas, y alguien le había dejado un conejo de madera sobre el escritorio. Estaba contenta, pero ese día odiaba su trabajo más que nunca, y la fastidiaba su jefe, que no dejaba de mirarla.
- Las chicas tienen ganas de que nos juntemos esta noche. ¿Qué onda? - dijo Carla.
- Dale, arreglamos más tarde porque tengo que ver a qué hora salgo. Vengo medio atrasada con el laburo.
- Bueno, les mando un mensajito entonces - respondió Carla.
- Sí, mandales. Cambiando de tema, alguien me dejó en el escritorio un conejo de madera, de esos que hay en los negocios chinos. ¿vos sabés si significa algo?
- No, ni idea.
- Y ahora que lo estoy mirando, me parece que esta mañana era más chiquito - Yanina percibió la mirada inquisidora de su jefe. Con el tubo en la oreja, fingió que revisaba unos papeles. En cualquier momento él le diría que si no terminaba a tiempo debería quedarse después de hora.
- Te tengo que dejar - le dijo a Carla.
- Pará. Qué es eso de un conejo de madera que crece.
- No sé…
- Vos me estás jodiendo ¿no?
- No, que sé yo… Por ahí cuando llegué estaba medio dormida y me pareció que era más chico. Esperá, ya te llamo - dijo Yanina, y colgó para atender al jefe, que traía una resma de hojas y una pila de liquidaciones pendientes. En cuanto el jefe se fue, Yanina llamó a Carla.
- Creeme que creció. Cuando llegué me cabía en la palma de la mano, y ahora es más grande que el teléfono.
- Yanina, ¿vos te das cuenta de lo que me estás diciendo? Los conejos de madera no crecen.
- Pero este sí…
- Bueno, andá a cagar. Cuando estés por salir llamame así arreglamos a qué hora nos juntamos.
- No, tenés que creerme - sintió que la mirada de su jefe la apuñalaba por la espalda - . Dame un segundo.
Yanina fingió que colgaba el teléfono, se levantó y fue a buscar un vaso de agua. Cuando regresó a su escritorio, y mientras imprimía unos informes, volvió a levantar el tubo.
- Te juro que no te miento.
- Yanina, te habrá parecido. Preguntale a alguno de ahí a ver que te dicen.
- Acá se fueron todos. El único que quedó es mi jefe, y no quiero que me tome por loca.
- Pero lo que decís no puede ser. ¿No te das cuenta?
- No me creés. Pensás que me lo estoy imaginando, pero te juro que es verdad. Esperá…
El jefe salió de su despacho con el maletín en la mano y se puso el abrigo. Le dijo a Yanina que era tarde, que se iba, y que le deseaba un feliz cumpleaños. Que antes de irse apagara las luces, y que dejara la llave debajo del felpudo.
- Es un hijo de puta. Se fue, y me dejó sola.
- Mejor, más tranquila.
- No, no estoy tranquila con esto del conejo. Carla, se mueve - se largó a llorar. - No lo soporto. Ahora te llamo desde otro teléfono.
Revolvió la cartera buscando un pañuelo, pero no encontró. Fue al baño, se lavó la cara, y buscó un teléfono desde donde pudiera ver al conejo.
- ¿Qué pasó?
- Ya te dije que se mueve, y ahora está tomando el agua de mi vaso. Tengo miedo Carla.
- Bueno Yanina, basta. Voy para ahí.
- No, no vengas. Me voy a casa.
- No, no andes sola por la calle. Yo te voy a buscar.
- Carla, me mira - a Yanina le temblaba la voz. - Me mira con sus ojos rojos . Y hace eso que hacen los conejos con el hocico. Me muestra los dientes, Carla.
- Andate Yani, yo ya voy. Esperame en la puerta.
- Carla no cortes, no me dejes...

Dedicado a Ana GyS, la dueña del conejo

8 comentarios:

Ana GyS dijo...

Gracias!! Pero ahora tengo miedo....

Yo no se de donde sacas esas ideas tan raras... los personajes de este texto no parecen personas muy cuerdas... ;)

Szarlotka dijo...

Jajaja! Al final le cambié un montón de cosas, pero la esencia es la misma. Y si, los personajes no son muy normales. Andá a saber en quiénes me inspire...

Nicolás Barrasa dijo...

No! qué buena excusa para picotearse al jefe. Ya la anoto para alguna situación similar.
Ahora, la cuenta de teléfono la paga la empresa no?
Igual por si acaso me voy a comprar un puma de bengala de madera

Un saludo! Divertido el texto

Szarlotka dijo...

¡Ja, Nico! En realidad la conversación no fue telefónica, sino por una especie de messenger, y estabas vos. Ana decía algo así como "es uno de esos conejos...", a lo que yo respondía "como el conejo evangelista de Nico Barrasa".

Saludos

**VaNe** dijo...

genial el conejo, la conejeras, las personajas y el evangelista...
jajaja

Nicolás Barrasa dijo...

No no! esto es serio, si fuera uno de mis conejos evangelistas, debo aclarar que sí, efectivamente crecen.
Guarda eh! porque en tamaño grande les salen rulos y se parecen mucho al pastor Giménez.
Así que guarda Szarlotka! Ah y Felíz Día!

Szarlotka dijo...

Si Vane, genial. Tan genial que hasta el cuento me salió de madera...

Nico, gracias por el conejo evangelista. Fue inspirador. Feliz día para vos también.

Gastón Filliol dijo...

Leer este tipo de cosas a las cinco de la mañana y solo es increíblemente interesante. La mente empieza a generar una especie de Gestalt sobre temores, todos temores, y es muy divertido.
Ves! este es el verdadero suspenso con el que se deberían hacer las películas, porque un muerto que sale de su tumba, y... si todos seríamos tan idiotas nos quedaríamos, pero en la vida real es muy difícil estar en un cementerio de noche y justo con zombies comiendo cerebros. En cambio un conejo que es de madera y crece y empieza a hacer cosas de conejo en una oficina y justo no hay nadie... guau! eso sí que asusta, hasta me imagino la música.