domingo, 5 de abril de 2009

De Xenartros Capítulo IX


Se animó a tomar el U2, que la llevó al palacio Schönbrunn, donde había vivido hasta que la mala fortuna la envió a Francia. Había cambiado mucho; ya no era el lugar
reservado a los ricos, apartado del resto del mundo. La zona estaba completamente urbanizada; había casas, negocios y afines, como en cualquier rincón de París. Además, Antoinette ya no era la dueña de casa; los turistas invadían el palacio. Muchos la tomaron por una atracción y se le arrimaron para sacarse fotos a su lado, como si fuera una pieza de mampostería. Otros, cuchicheando y riéndose, la señalaban con el dedo.
A medida que los días pasaban, las apariciones del Señor Xenartro eran cada vez más frecuentes. Cuando Antoinette se rendía al cansancio, alforaba la personalidad oculta del Señor Xenartro; el cuerpo se volvía torpe, la apariencia tosca, y el vocabulario obsceno. Pronto se arrepentiría de haberlo poseído.
Para ingresar a la que fue su casa, Antoinette tuvo que pagar entrada. Estuvo a punto de darse a conocer, pero temió que la tomaran por loca. Ingresó al edificio con el ímpetu propio de una reina, ansiosa por llegar a su habitación. Para competir con Versailles, su madre había pasado años remodelando el palacio, y Antoinette encontró todo muy diferente. Sin embargo, todavía podía reconocer ciertos objetos y mobiliario. Había varios retratos suyos, y se emocionó al recordar sus años de juventud junto a su familia. Prácticamente había olvidado el rostro de sus hermanas, pero ahora los redescubría en las pinturas. Recordó que en una sala que llevaba su nombre, había un tapiz que la mostraba junto a tres de sus hijos. Desafortunadamente, el tapiz había sido removido, y el único objeto propio que halló en todo el palacio fue un secretaire. De vez en cuando aparecía el Señor Xenartro y hacía comentarios como: ¡Vos sí que tenías plata, pebeta!
El Señor Xenartro supo apreciar los jardines y disfrutó de un paseo por el bosque. Lo que más le gustó fue el zoológico, y llenó sus pulmones con el aire pestilente de la jaula de los leones. Para Antoinette, en cambio, Schönbrunn no fue más que una decepción. Desde la glorieta vio con tristeza que la ciudad ya no era ni la sombra de la Viena imperial. El palacio Belvedere se remontaba entre la neblina, y junto a los demás edificios casi pasaba inadvertido. La modernidad había matado todo lo que ella amaba.
Se alejó de Schönbrunn sin rumbo fijo. La ciudad le parecía un escenario de ciencia ficción. Recorrió en tranvía la Avenida del Ring, y observó que el tránsito era mucho más ordenado que en París. Caminó por el casco antiguo, y en la Domgasse vio una casa con la bandera de Austria. Se acercó a la puerta y leyó un cartel: Figaro Haus. Se enteró de que ahí había vivido Mozart, y que en esa casa había escrito la tan criticada ópera Las Bodas de Figaro. Recordó los conciertos en Schönbrunn, y aquél día en los jardines. Mozart estaba jugando con ella y sus heramanos, cuando tropezó y cayó al suelo. Todos se rieron de él, menos Antoinette, que lo ayudó a levantarse y le sacudió el traje para sacarle el polvo. Mozart se secó las lágrimas y la besó, y le dijo que cuando fuera grande se casaría con ella. "¡Y pensar que cuando era un nene dijo que nos íbamos a casar! Qué diferente habría sido mi vida. Pero mis padres no me lo habrían permitido. En mi época una Archiduquesa no podía casarse con un músico; estaba mal visto. Además, su propuesta fue cosa de chicos. Tal vez de grandes no se habría fijado en mí. ¿Y si me hubiera querido? ¿Y si yo lo hubiera querido? ¿Y si mis padres me hubieran dejado casar con él, o si hubiéramos escapado juntos para casarnos donde nadie nos conociera? Seguro que habríamos vivido en Viena, o en algún pueblito en el campo, y habríamos sido felices. Él compondría para mí, y yo cantaría su música. Y tal vez un día iríamos a París, y me presentarían al Rey, que no sería mi marido. Y sí, habría sido preferible perder la cabeza por Mozart, a perderla en la guillotina".

3 comentarios:

Agostina Cánova Kuessner dijo...

al margen de lo bien narrados que están, me parece genial que vayas publicando la historia como en capítulos.
Felicito la creatividad que tenés que te posibilita mantener una misma serie de personajes y escenarios a lo largo del tiempo.

Szarlotka dijo...

Gracias de nuevo Agostina por tu comentario. Esto lo escribí hace muchos años. Empezó como un cuento, pero después de la segunda o tercera corrección fue tomando forma de novela. Cada tanto lo releo y lo empiezo a corregir, hasta que desisto y queda en el olvido. La vez pasada lo leí de nuevo, y descubrí que hay algunas cosas que me gustan, así que la idea es tratar de recuperar esas partes y reescribir el resto, a ver si de una vez por todas quedo conforme.
Saludos

**VaNe** dijo...

Una vez más Szarltotka... Bravo!!!!
clap clap clap clap!