domingo, 29 de marzo de 2009

De Xenartros Capítulo VII


A sólo unos metros unos cirujas bebían cerveza, fumaban, y comían requechos que habían sacado de un tacho de basura. El Sr. Xenartro había visto cómo revolvían la basura, pero como no le hacía asco a nada no le importó que la comida fuera de segunda mano. Recordó al perro que se comía las heces y pensó que si el pobre perro comía cualquier cosa, él también podría alimentarse de desperdicios. Se acercó a los cirujas y les hizo señas, como para que lo invitaran al banquete, pero ellos parecieron no entender. Tanto insistió que uno reparó en él.

- Whaz the fuck’s goin’ on? - fue todo lo que dijo el ciruja, que parecía jactarse de tener el mejor sandwich de todos los basurales. Observando al Sr. Xenartro agregó - Ya jerk! Fuck off! Get outta my way! C’mon! Move on!
El Sr. Xenartro insistió, y lo único que obtuvo como respuesta fue otra agresión.
- ‘R ya deaf “n” dumb?
Aunque el Sr. Xenartro no entendía inglés, se dio cuenta de que no lo estaban elogiando. No obstante, persistió en su afán de obtener una respuesta favorable.
- Suck my dick! - gritó el ciruja.
El Sr. Xenartro decidió arrebatarle el sandwich de las manos. Y así lo hizo, con tanta torpeza que ni siquiera atinó a salir corriendo después del acto vandálico.
- Ya, bloody bastard! Ya’ve stolen my bloody food! I’m gonna beat ya to death!
El Sr. Xenartro no entendía inglés, ni tenía capacidad para imaginar qué podían querer decirle. Tuvo que llegar el puñetazo en la qujada para que se diera cuenta de que lo estaban amenazando. Se mantuvo en pie, tambaleando, y el ciruja volvió a pegarle hasta que se detuvo para rascarse la melena pediculosa. El Sr. Xenartro aprovechó para salir corriendo con rumbo desconocido, empuñando su sanwich en lo alto como antorcha olímpica, mientras los cirujas lo perseguían como aves de rapiña, como aves de corral, como aves migratorias.
- Go Londrina a Londres - dijeron las alondras inglesas a las golondrinas italianas. Las alondras inglesas, por el simple hecho de ser migratorias, hablaban como si fuesen portorriqueñas, por eso mezclaban el inglés con el español. A typical British lark might have said: Go Londrina to London. But as these larks weren’t as British as anyone might have expected, they spoke as they liked to. They weren’t ruled by Her Majesty Elizabeth II Regina. They were free. They could fly over the rainbow, up and down, to and fro. And it came to past, when the Lord in heaven said: Let be the larks, and there were the larks. So they grew up with the gift of doing anything they wanted, and simply said what they said. However, the world went on going round. - Si, vado a Londra - respondieron las golondrinas italianas a las alondras inglesas, después de interpretar el comentario que le habían hecho sus parientes. Pero como la gente no entendía el idioma de los ovíparos, pasaron inadvertidas para la multitud. Ni siquiera pudieron entenderse entre ellas mismas, pero una voz que venía de las alturas exclamó: “Swallow, swallow, little swallow. Would you please stay with me until I’d swallowed my pride? Swallow, swallow, little, swallow. ¿Sabes tú por qué una golondrina no hace verano?". Y así las aves siguieron planeando, dibujando firuletes en el cielo pálido.

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