Ayer hubo otra tormenta de verano, pero no la detuvo. A la tardecita la vi entrar al cementerio. Estuvo ahí un rato largo y después volvió a su casa. Entró por el pasillo, y fue directamente al escritorio. Sacó un papel y escribió algo. Pensé que encendería la televisión, o que comería algo, pero se puso el abrigo y salió por la puerta del frente. Aproveché la oportunidad y sin vacilar entré por la ventana. Me acerqué al escritorio y tomé la carta. Estaba empapado y humedecí un poco el papel, pero la tinta no llegó a borronearse. Acerqué el sobre a la lámpara y leí el nombre del destinatario: Miguel García. El sobre estaba abierto, y adentro había una llave y una nota: "Hoy parecía débil. Debe ser por los sedantes. Igual lo mediqué."
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